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El conductor del autobus

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      Cuando estaba en primer año de universidad, empecé a jugar en el equipo de Rugby. En el colegio ya lo había practicado un poco, así que no lo dudé. No era de los mejores, pero tampoco de los peores. jeje.. Lo malo de los entrenamientos es que eran al final de la tarde, y cuando llegaba a mi casa era bien entrada la noche.     Para volver a casa tomaba el autobus 288. Era un recorrido largo, pero al menos no tenía que cambiar de línea. Cuando entraba en el autobús me desplomaba en el primer asiento que veía libre. Nuestro entrenador era bien duro y le gustaba sacar lo mejor de nosotros.     Con el tiempo te das cuenta de que vas coincidiendo con las mismas personas en el autobús, incluso con los mismos conductores. Empecé a fijarme en un conductor en especial. Era de pelo moreno y con barba. Se le veía fuerte. Puede que tal vez en el pasado también él jugara al rugby. Tenía pecho fuerte, y los brazos se le marcaban al hacer girar el volante. Tenía una mirada bonita, o al menos eso

Va de huevos...

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     Por la noche, cuando me meto en la cama desnudo, como ya os he recomendado, mientras me quedo dormido acariciándome los huevos me imagino la visión de esos huevos gordos, pesados, calientes, peludos o depilados, colgones o apretados, pero siempre jugosos y deseosos de que jueguen con ellos, que tanto me gustan y que creo que a muchos de vosotros también.       Siempre he pensado que son los grandes olvidados. Por lo general se valora más, se habla y se piensa sobre todo en las pollas. En si son más o menos grandes, más o menos gordas, más o menos duras, pero de unos buenos huevos, a penas se habla.       Los huevos bien re-colocados en los calzoncillos correctos son uno de mis mayores placeres. No entiendo cuando veo en el vestuario a más de uno que simplemente se sube los calzoncillos dejando que sus huevos caigan dentro de cualquier manera.      O usan unos boxer o slip que lo único que hacen es disimular y esconder tan buena parte de nuestra anatomía, ¡Por no hablar de los que
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  RELATO - Amigos de gimnasio.     Me encantan las agujetas  después de hacer ejercicio. Me deja un buen sabor de boca. Es como realizar una buena acción durante el día. Aunque, claro, hay cosas más deliciosas por probar y eso, irónicamente lo descubrí aquí, en el gimnasio.      Hace un par de semanas decidí tener un cuerpo más definido, uno que me gustara mostrar en Instagram, en las fotos de la playa. No es que esté mal, de hecho soy una persona más bien delgada, pero no tengo nada de lo que presumir, así que decidí apuntarme al gimnasio que está al lado de casa.      Al día siguiente l legué tarde a casa después de trabajar, me puse una camiseta y unos shorts, y me fui al gimnasio. Empecé haciendo un poco de cardio y me sorprendió que el gimnasio estuviera casi vacío. Teníamos el gimnasio solo para nosotros una chica y yo.     Las semanas pasaron y  yo empezaba a sentir mi cuerpo cada vez más fuerte. Me encantaba, me sentía poderoso, me gustaba verme desnudo y ver cómo mis músculos